El acoso mediante palabras deteriora el bienestar, genera síntomas depresivos o de ansiedad y baja la autoestima. Conoce otros efectos.
Existen muchas clases de acoso escolar, entre los que se encuentra el bullying verbal. En esta modalidad, el acosador no recurre a la violencia física. Aunque las heridas no dejan huellas en el cuerpo, sí lo hacen en la mente.
Quien aplica esta forma de agresión apela a los mensajes o discursos para dañar a su víctima y humillarla. Las palabras son el principal medio para atacar. Debido a ello, en este artículo te enseñaremos, entre otras cosas, a detectarlo, prevenirlo y afrontarlo.
¿En qué consiste el bullying verbal?
Entre todos los tipos de acoso escolar, este es uno prolongado y consistente donde se intimida, hiere o molesta otra persona mediante el uso de las palabras. A diferencia del bullying físico, donde la agresión se realiza sobre el cuerpo del otro, en el verbal el acto violento se ejerce sobre su mente. Puede aparecer de las siguientes formas:
- Burlas
- Apodos
- Insultos
- Amenazas
- Difamaciones
- Comentarios despectivos
- Mensajes de textos agresivos
- Propagación de rumores falsos
- Llamadas telefónicas ofensivas
- Comentarios sexuales inadecuados
- Comentarios racistas o discriminatorios
El acoso verbal es un acto no consentido e indeseado para la víctima, mientras que para el victimario es deliberado. Bajo esta modalidad, puede centrarse en diferentes aspectos: religión, etnia, raza, nacionalidad, edad, discapacidad, sexo, orientación sexual, estrato socioeconómico, etc. Además, se da en persona o a través de redes sociales, también conocido como ciberbullying.
¿Cómo detectar el bullying verbal?
Para identificarlo estos actos, es necesario analizar su influencia o expresión en los dos principales agentes del sistema de acoso: la víctima y el victimario. Por un lado, se observa en la primera de esta manera:
- Comportamiento reservado.
- Agresividad o arrebatos de rabia.
- Bajo rendimiento en sus actividades.
- Retraimiento o distanciamiento social.
- Ansiedad, nerviosismo, estado de alerta.
- Trastornos del sueño, pesadillas, insomnios, etc.
- Miedo a ir al contexto donde se presenta el bullying.
- Ansiedad, aturdimiento o preocupación después de pasar tiempo en su teléfono.
En cambio, para reconocer a un acosador verbal es necesario prestar atención a las alertas que procedemos a listar:
- Tiene amigos acosadores
- Inventa y difunde chismes
- Ignora el malestar de la víctima
- Humilla, menosprecia y ridiculiza
- Muestra actitudes de superioridad
- Carece de empatía y remordimiento
- Evidencia comportamientos agresivos
- Difunde secretos vergonzosos de la víctima
- Usa burlas, insultos, gritos y amenazas al hablar
¿Cuáles son las causas del bullying verbal?
En su sitio web StopBullying, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos describe los diferentes factores que permiten entender por qué algunas personas acosan a otras. Los dividen en motivos sociales, familiares y emocionales.
Sociales
- Encajar en un grupo
- Controlar las conductas de otros
- Conservar el poder social sobre otros
- Reorganizar el grupo demostrando quién puede o no pertenecer a él
Familiares
- Violencia intrafamiliar
- Padres muy autoritarios
- Cuidadores negligentes o indulgentes
- Falta de apoyo emocional por parte de los padres
Emocionales
- Inseguridad y baja autoestima
- Falta de inteligencia emocional
- Habilidades sociales insuficientes
- Experiencias traumáticas de acoso
- Deficiencias en el control de impulsos
Sumemos que el acoso verbal puede estar motivado por características físicas de la víctima que no encajan con el estándar de grupo de pares. Entre esas cualidades se hallan la obesidad, los dientes (color, forma, posición), los rasgos faciales, la delgadez extrema, la altura, el tipo de cabello, la moda, etc.
¿Cuáles son las consecuencias del bullying verbal?
Una de las consecuencias del bullying es que deteriora el bienestar emocional de quien lo padece. El acoso, como acto inhumano, insensible y poco empático, no solo atenúa el funcionamiento y desarrollo en el ámbito en el que se presenta, sino en otros contextos de la vida.
Puede generar sentimientos de inutilidad, vergüenza, culpa, inseguridad y baja autoestima. La exposición prolongada a las humillaciones, insultos, gritos y amenazas deja una huella emocional difícil de olvidar.
De igual forma, el acoso verbal tiene un impacto sobre la salud mental. Algunas víctimas pueden presentar cuadros depresivos, problemas de ansiedad, estrés postraumático, trastornos del sueño, entre otros.
Tal forma de violencia repercute, también, sobre la vida social de quien la sufre. Se produce, entonces, el aislamiento para no sentir vergüenza o para no exponerse al maltrato psicológico del acosador. Este distanciamiento origina sentimientos de soledad, los cuales pueden impactar negativamente la estabilidad emocional del sujeto y sus vínculos interpersonales.
Los efectos adversos de experimentar este tipo de bullying disminuyen el rendimiento. Además, es posible que provoque malestares físicos asociados al estrés de la situación: dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, afecciones en la piel…
¿Cómo prevenir el bullying verbal?
Sin duda alguna, la prevención es la mejor ruta para combatir esta problemática que tanto ha perjudicado a jóvenes y adultos. Desde los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los expertos recomiendan las siguientes estrategias y programas de intervención.
1. Promover entornos familiares que fomenten el desarrollo saludable
Cuando las familias son enriquecedoras, cálidas y afectuosas, el riesgo de comportamientos violentos y acosadores es menor. Este mismo efecto positivo se consigue mediante el establecimiento de reglas y pautas disciplinarias no violentas por parte de los cuidadores.
Orientados a impulsar tales entornos, los CDC (2016) proponen programar visitas domiciliarias durante la primera infancia. El objetivo de este abordaje es brindar información, apoyo y capacitación a los padres sobre la salud, el desarrollo y el cuidado infantil.
De igual modo, plantean que es necesario ejecutar proyectos de destrezas de crianza y relaciones familiares. Así los papás aprenderán a comunicarse, resolver problemas, supervisar y gestionar las conductas de sus hijos. La integración de ambas estrategias es clave con el propósito de reducir los factores de riesgo que predisponen la aparición del bullying en etapas futuras del desarrollo.
2. Proveer educación de calidad en los primeros años de vida
Las capacidades y habilidades cognitivas y socioemocionales de los niños mejoran cuando reciben una formación académica de alta calidad. Además, tienen mayores posibilidades de éxito académico y de conformar relaciones sanas, seguras y estables. Todos estos beneficios de la educación influyen sobre la reducción de problemas conductuales y el acoso.
Desde los CDC recomiendan realizar planes de enriquecimiento preescolar con la integración familiar. Al aplicarlos, se debe involucrar a la familia en la educación y brindarles respaldo cuando vivan en condiciones precarias. Así, es posible construir un futuro social y académico alentador, donde los niños se desarrollen de manera saludable.
3. Fortalecer las destrezas de los jóvenes
Con el fin de prevenir el acoso, hay que robustecer las habilidades interpersonales, emocionales y comportamentales de los jóvenes. Esta estrategia disminuye la perpetuación de la violencia y mejora el afrontamiento adaptativo de los conflictos.
Al aplicarlo, es necesario desplegar esquemas universales con base en el aprendizaje socioemocional. Algunas habilidades que deben abordarse en este plan serían las siguientes: comunicación y resolución de problemas, empatía, conciencia y regulación emocional, gestión de conflictos, trabajo en equipo.
Durante el desarrollo de estos programas es imprescindible psicoeducar sobre el bullying. Es esencial transformar las narrativas que los jóvenes tienen sobre la violencia y brindarles espacios para que refuercen sus destrezas interpersonales y afectivas.
4. Conectar a los jóvenes con adultos
Para prevenir el bullying, y otras formas de violencia juvenil, es esencial que los chicos tengan relaciones con adultos ejemplares. Al contar con un modelo positivo a seguir, tendrán un marco de referencia para saber cómo comportase, qué hacer y qué evitar. Aparte, podrán fijarse metas y construir un proyecto de vida, mejorar sus destrezas y disponer de redes de apoyo que los orienten y acompañen.
Los profesionales de los CDC sugieren que, para fomentar vínculos entre adultos y jóvenes, es oportuno practicar actividades extracurriculares que los resguarden del acoso, la violencia y el abuso. A través de estos planes podrán fortalecer sus destrezas sociales y escolares y ejecutar labores prosociales.
Asimismo, son factibles las mentorías que promuevan las relaciones de ayuda y crecimiento entre adultos y chicos.
5. Crear entornos comunitarios de protección
Es necesario construir espacios sociales donde los adultos y los jóvenes interactúen con regularidad. También es preciso transformar los entornos actuales para reformarlos y convertirlos en lugares comunitarios. Estas modificaciones deben incluir cambios políticos, sociales y estructurales en los ambientes de alto riesgo. Los expertos apuntan a tres.
En primer lugar, recomiendan modificar el entorno social y físico. Esto incluye: incrementar la iluminación, controlar las entradas a edificios y espacios públicos, asear las calles, aumentar la seguridad, sanear edificaciones o casas abandonadas y lotes desocupados, construir más áreas verdes y realizar eventos comunitarios.
Lo segundo sería reducir la exposición de riesgos comunitarios, como la pobreza concentrada, la inestabilidad residencial y la expansión de negocios de venta de alcohol. Este enfoque preventivo incluye hacer cumplir las leyes y crear políticas de seguridad y sostenibilidad social.
Por último, sugieren diseñar dinámicas de acercamiento a los jóvenes en las calles y cambio en las normas comunitarias. De este modo, lo que se busca es conectar a los ciudadanos capacitados con chicos, para mediar conflictos y fomentar normas y pautas relacionales de no violencia. Asimismo, se pretende conectar a los jóvenes con la comunidad.
6. Intervenir para reducir los daños y evitar riesgos futuros
Muchos de los acosadores son víctimas de violencia y tienen un historial de comportamientos delictivos, agresión y problemas de conducta infantil. Por ende, un plan de prevención contra el bullying verbal es intervenir dichas problemáticas antes de que contribuyan a la aparición de la violencia.
Desde los CDC, recomiendan reducir los daños de la exposición a la violencia. Para ello, es importante la intervención oportuna a nivel psicológico, con el fin de mitigar las consecuencias de los hechos de los que fueron blanco.
De igual forma, aconsejan el tratamiento para prevenir conductas problemáticas y la participación futura en actos violentos. La idea es intervenir los riesgos y ampliar el apoyo a los hogares y a la comunidad.
También intentar el desarrollo de habilidades sociales y de resolución de conflictos en los chicos. Este abordaje debe ofrecer servicios terapéuticos para trabajar los problemas emocionales y conductuales, las situaciones familiares y mejorar la comunicación en el hogar.
Otra medida preventiva es fomentar las alianzas entre los hospitales y la comunidad. El norte es crear conexiones entre el tratamiento de las lesiones que sufren los jóvenes y la asistencia comunitaria, para prevenir comportamientos de riesgo que desemboquen en el bullying u otros actos violentos.
¿Qué hacer ante el bullying verbal?
Si tu hijo/a es víctima de acoso verbal en la escuela y no sabes qué hacer, estas recomendaciones de la Unicef serán de mucha ayuda:
- Enseñar a anticipar: ayúdale a identificar las señales del acoso verbal y a conservar la distancia de esas relaciones abusivas, donde no hay igualdad ni respeto.
- Buscar ayuda: para prevenir consecuencias a largo plazo, solicita asistencia profesional para tu hijo/a. Un psicólogo es beneficioso contribuyendo a recuperarse de esa experiencia.
- Actuar cuando sea necesario: una vez identifiques que tu hijo/a es acosado/a, busca soluciones que le resulten efectivas. Ponte en contacto con profesionales que te orienten. No pierdas el tiempo.
- Hablar en la escuela: acude al colegio y explica el caso de tu hijo. Las instituciones educativas tienen planes para actuar contra el bullying y están obligadas a hacerlo. Si en la escuela no recibes respuesta, recurre a la vía legal.
- Fomentar la confianza: es fundamental que le hagas sentir comprendido y que no le culpes o responsabilices por ser víctima. Alimenta su confianza mediante el apoyo y búsqueda de soluciones en las que se involucre de manera activa.
- Escuchar a los chicos: conviene conversar sobre el día, escuchar sus sentimientos y problemas. Interésate por su vida sin ser agobiante. Generar estos espacios de diálogo es una parte esencial para saber qué le pasa, que se desahogue y que encuentre apoyo en ti.
Cuando eres la víctima
Por otra parte, si tú eres víctima de esta forma de violencia, es bueno que tengas en cuenta y, sobre todo, que apliques las siguientes sugerencias:
- Cuídate: realiza actividades que mejoren tu salud mental y física. Haz deporte, come saludable, medita, duerme bien, comparte tiempo con tus amigos, disfruta planes relajantes.
- Denuncia, no calles: no guardes silencio ante el acoso y reporta tu caso a las autoridades competentes: administradores escolares, docentes, policía, recursos humanos, etc.
- Acude a tu red: desahógate con una persona de confianza que sepas que te dará su ayuda. En estos momentos, es clave una red que te aconseje y te haga sentir seguridad, tranquilidad y menos estrés.
- Establece límites: ponle límites al acosador para que conozca tu postura al respecto. Déjale claro a esta persona las consecuencias que aplicarás si continúa con su comportamiento, por ejemplo: «Si me vuelves a insultar, le informaré al maestro lo que me haces». Si el bullying persiste, aléjate del acosador y solicita ayuda.
No dudes en pedir apoyo
Emplear las palabras para acosar a alguien es un problema que repercute de manera negativa en la salud mental de muchos jóvenes y adultos. Por fortuna, en este artículo, has aprendido que la mejor estrategia para combatirlo es la prevención.
Esto implica trabajar desde edades tempranas las habilidades y destrezas personales, promover cambios educativos, fomentar el apoyo psicosocial a las familias e implementar políticas que generen transformaciones positivas a nivel comunitario. No te sientas solo/a, enfrentar el problema será más llevadero si cuentas con ayuda. Pídela sin titubeos.
Fuente: José Padilla / lamenteesmaravillosa.com