Esta es la relación entre los modelos de aprendizaje y los procesos cerebrales asociados a ellos.
Tal y como dijo Nelson Mandela hace unos años atrás, “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Es un derecho básico del ser humano y es de suma importancia ya que forma personas con valores e influye enormemente en el avance y progreso de personas y sociedades. Por tanto, resulta evidente que la educación no puede improvisarse y se requiere un modelo educativo planificado, que sirva para la adquisición de nuevos conocimientos por parte de los estudiantes.
Ahora bien, ¿qué es un modelo educativo? Se define como el conjunto de normas y reglas que se crean para brindar una formación completa e integral para cada estudiante. Es una ayuda dirigida a los profesionales de la educación para que puedan sistematizar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Dentro entran la teoría, los instrumentos y los procedimientos que sirven como referencia a la hora de identificar cuáles son los métodos de enseñanza más adecuados y por supuesto, que medios son los correctos para alcanzar el éxito en los objetivos propuestos.
Como gran desventaja, este modelo resulta ser poco flexible y consigue que los estudiantes solo obedezcan órdenes, por tanto, no son capaces de desarrollar su pensamiento crítico, entre otras cosas. En efecto, si el profesor altera la información que transmite a sus alumnos y estos repiten sin pensar ni cuestionar lo que el profesional menciona, puede que apliquen conceptos erróneos. Esto último es algo que choca de manera significativa con la mentalidad de las nuevas generaciones puesto que puede llegar a ser peligroso.
¿Cuáles son los modelos educativos?
Gracias a los modelos educativos, los resultados en el aula mejoran de forma significativa. Cuando los profesionales conocen el modelo educativo que deben aplicar, pueden llegar a saber cómo operar un plan de estudios apropiado para así poder llegar a los diferentes tipos de estudiantes y sus conocimientos. Por ello, en el artículo de hoy, analizaremos cuales son los 5 modelos de aprendizaje que existen: el tradicional, el conductista, el constructivista, el modelo Subdury y el modelo proyectivo. Quédate para descubrir cómo dichos modelos interfieren en el funcionamiento de la educación.
1. Modelo tradicional
Es el modelo más antiguo de todos y quizás sea el que primero se te venga a la cabeza cuando mencionamos la educación. Se basa en que el estudiante es un receptor pasivo del conocimiento y es la labor del profesor como sabedor exclusivo, moldear y enseñar al alumno todo el conocimiento informativo. El maestro se concibe como autoridad y todopoderoso, por tanto, el alumno no se cuestiona la información recibida por su parte y simplemente memoriza. De hecho, la evaluación se compone de una nota basada en lo bien o mal que se te de reproducir todo lo que has memorizado, dejando de lado aquellos estudiantes que tengas otras capacidades.
Como gran desventaja, este modelo resulta ser poco flexible y consigue que los estudiantes solo obedezcan órdenes, por tanto, no son capaces de desarrollar su pensamiento crítico, entre otras cosas. En efecto, si el profesor altera la información que transmite a sus alumnos y estos repiten sin pensar ni cuestionar lo que el profesional menciona, puede que apliquen conceptos erróneos. Esto último es algo que choca de manera significativa con la mentalidad de las nuevas generaciones puesto que puede llegar a ser peligroso.
2. Modelo conductista
Este modelo también parte de la base de que el profesor es el centro de todas las lecciones y el alumno toma un rol más pasivo. Se puede decir que el modelo conductista surge del modelo tradicional descrito anteriormente.
En este caso, el aprendizaje se da mediante el entrenamiento, la repetición, la práctica y la exposición. Además, lo característico de este modelo es que el resultado final gira en torno a los premios y recompensas. Por ejemplo, restar y sumar puntos, utilizar la economía de fichas, castigar el mal comportamiento, etc.
Además, el modelo conductista está enfocado a aquellos estudiantes que son considerados más aptos dentro del aula. Por tanto, la gran desventaja de este modelo es que deja de lado a los alumnos con una dificultad para comprender, analizar y retener la información.
3. Modelo constructivista
Sin duda, este es el modelo que está “de moda” entre las instituciones educativas hoy en día. Vigotsky, Piaget y Ausubel desarrollaron este modelo y se basa en que el aprendizaje es construido por el propio alumno. Es decir, completamente opuesto al modelo tradicional, el constructivista busca que el profesor pase a segundo plano y sea el alumno quien tome el protagonismo absoluto de su proceso de educación y aprendizaje. En definitiva, el docente se limita a orientar, plantear retos y preguntas que obliguen a los estudiantes resolver problemas. Se podría afirmar que el objetivo final es que el alumno sea autónomo ya que su deber es investigar, explorar y dar respuestas a sus propias preguntas basándose en su entorno.
Como desventaja, algunos países han optado por restarle importancia a este modelo de sus escuelas, puesto que han observado bajos niveles de exigencia a los estudiantes cuando se es aplicado.
4. Modelo Subdury
El deseo natural de los niños y adolescentes de aprender es el pilar de este peculiar modelo educativo. El modelo Sudbury fue pionero en la Escuela del Valle de Sudbury, desde la cual se propone que los alumnos disfrutan de la libertad que se les otorga para explorar sus pasiones e intereses. Aunque nos pueda sonar extraño, esta escuela ha tenido éxito dejando que los alumnos creen su propio plan de estudios y sean completamente libres para emplear su tiempo como quieran. En este caso, el rol del profesor es más bien pasivo, donde se le considera más un consejero para acompañar al estudiante en aquellos momentos que lo solicite.
Cuando los niños y adolescentes tienen la oportunidad de gestionar su tiempo y su educación, su confianza, independencia, responsabilidad e ingenio incrementan. Además, este modelo resalta que cuando los alumnos pueden elegir que quieren aprender y cuando quieren aprenderlo, el amor por el aprendizaje no se esfuma, más bien, consiguen mantenerlo durante toda su vida.
No es un modelo que funcione para todos los estudiantes. Por ejemplo, aquellos niños o adolescentes que no disfruten la enseñanza individualizada, recurren a las experiencias grupales para la obtención del aprendizaje. Con esto, puede que el alumno se deje llevar por lo que diga el grupo y realmente ni aprenda ni disfrute del proceso.
5. Modelo proyectivo
Como bien indica su nombre, este modelo subraya la importancia de educar partiendo de proyectos o investigaciones. Al igual que en el modelo anterior, se busca fortalecer la autonomía del alumnado mediante las experiencias que se viven en la creación de dichos proyectos que adjudica el profesor.
El docente tiene el rol de facilitador, es decir, les abre camino a los estudiantes con una propuesta. El resto, es trabajo de los estudiantes, tales como encontrar métodos de investigación, recopilar datos, y generar sus propias normas para llevar a cabo de forma exitosa el proyecto.
Los diferentes modelos de aprendizaje y su relación con la neurociencia
Dado que aprender requiere adoptar una serie de rutinas y estrategias que deben ser aplicadas con una cierta frecuencia, esto significa que, mientras aprendemos, nuestro sistema nervioso central va cambiando, adaptándose al tipo de retos a los que lo exponemos. Por ello, dependiendo del estilo de aprendizaje que utilicemos, se activarán y se potenciarán unas u otras partes de nuestro cerebro.
En este sentido, los estilos de aprendizaje que nos hagan afrontar una mayor variedad de problemas serán los que estimularán varias redes de neuronas a la vez; este es el caso del modelo proyectivo, muy orientado hacia la práctica y los retos que exigen abordar problemas de naturaleza muy diferente adoptando un rol resolutivo y activo. Con el modelo de Subduryy con el constructivista ocurre algo similar, pero en menor medida, ya que los estudiantes tienden a elegir temas que ya se ajustan bien a sus habilidades e intereses, por lo que tienden a evitar retos y experiencias muy novedosas para ellos; es por eso que en estos casos aparece una mayor tendencia a trabajar con áreas localizadas de la neocorteza cerebral.
Por lo que respecta al modelo conductista y al tradicional, al apoyarse fuertemente en la memorización, la integración cerebral de aquello que se estudia está más localizada en áreas del cerebro asociadas a la memoria, como la formación hipocampal en constante interacción con los lóbulos frontales y parietales del cerebro. En este tipo e aprendizaje hay relativamente poco “cruce” de procesos de interiorización de lo aprendido, y se repiten una y otra vez las mismas fórmulas para hacer lo necesario para pasar los exámenes.
Fuente: Edeca Formación / psicologiaymente.com