Bruno, de diez años, lleva unos días inquieto y distraído, ha tenido varios roces con compañeros de clase, se ha quedado fuera de algunas celebraciones de cumpleaños y de algunas actividades durante los recreos. Su profesora Marina ha notado cómo las relaciones sociales de Bruno han empeorado, y no solo eso: le falta capacidad para memorizar y realizar actividades que antes dominaba, conectar ciertas ideas o razonar adecuadamente. ¿Qué puede hacer?
Sabemos que existe una interacción dinámica entre procesos afectivos y procesos mentales. Las emociones pueden “secuestrar” ciertas habilidades cognitivas e impedir que procesemos la información adecuadamente. También pueden tener un impacto muy beneficioso en el aprendizaje, siempre y cuando sepamos manejarlas y expresarlas de manera óptima.
Marina es consciente de que Bruno no está en su mejor momento y decide conversar con él para ayudarle a identificar sus sentimientos y emociones. Con la ayuda de una herramienta visual que permite describir lo que ocurre en la mente y en el cuerpo, Marina y Bruno charlan y descubren juntos no solo cómo se siente, sino por qué. Encuentran una palabra que lo describe y piensan en qué puede hacer para sentirse mejor.
Esta herramienta es el “medidor emocional”, una de las herramientas más conocidas del método “RULER”, un enfoque avalado científicamente con más de 25 años de historia y desarrollado en el Centro para la Inteligencia Emocional de Yale. RULER se integra en el proyecto educativo del centro de manera que todos los miembros de la comunidad educativa son conscientes del papel relevante de las emociones en el día a día.
Colores, emociones y energía
El medidor emocional ayuda a tener un lenguaje común y entendible ante la difícil pregunta “¿Cómo te sientes?”. Se compone de un eje horizontal que representa la “sensación mental” en un continuo (de muy agradable a muy desagradable) y de un eje vertical que representa la activación o nivel de energía (de muy alta a muy baja). La unión de los dos ejes da lugar a cuatro cuadrantes de color, cada uno de los cuales representa cientos de emociones y sentimientos:
- Rojo: lo que pasa por mi mente es desagradable y siento mucha energía.
- Azul: lo que pasa por mi mente es desagradable y siento poca energía.
- Verde: lo que pasa por mi mente es agradable y siento poca energía.
- Amarillo: lo que pasa por mi mente es agradable y siento mucha energía.
Bruno, en este momento, se coloca en la parte media del rojo: lo que piensa es negativo y su energía es alta. La palabra que mejor lo describe es “preocupado”. Con su profesora, dialoga sobre estrategias más útiles de expresar esa emoción, evitando aislarse, confirmando ideas, observando qué es lo que su voz interior le dice, etc. Juntos reflexionan sobre formas de manejar la anticipación negativa cuando suceden estas situaciones y conseguir interpretarlas de manera más útil. Esta conversación permite que Bruno se desahogue, valide y comprenda lo que siente, se relacione mejor con sus compañeros y esté más preparado para atender en clase gracias a las estrategias.
Las cinco habilidades clave
Las cinco habilidades socioemocionales esenciales que se esconden en el acrónimo “RULER” (en inglés) son:
- Reconocer lo que sentimos.
- Comprender por qué surgen nuestras emociones.
- Nombrar lo que sentimos a través de nuestro vocabulario emocional.
- Expresar nuestras emociones con un comportamiento acorde y respetuoso.
- Regular de manera adecuada nuestros sentimientos.
¿Por qué preguntar “¿Cómo te sientes?” y contar con herramientas para responder esta pregunta es tan importante?
Prevención de problemas emocionales
El colegio se puede convertir para muchos niños en ese espacio en el que trabajar la prevención de problemas emocionales como la ansiedad o la depresión, la reducción de comportamientos agresivos, el desarrollo de la empatía o la mejora del rendimiento académico.
Las ventajas de la educación socioemocional quedan demostradas en un reciente metaanálisis sobre 424 estudios de intervención de 252 programas en 53 países y en un total de 575 361 estudiantes de diferentes etapas. Los resultados indican que la educación socioemocional promueve un óptimo desarrollo socioemocional, incrementa el rendimiento escolar y la motivación académica, mejora el comportamiento y el clima del aula e impacta positivamente en las relaciones sociales, mejorando la cooperación, la resolución de comportamientos conflictivos y la cohesión social.
Estudiantes con inteligencia emocional
En lo que respecta al respaldo científico de RULER, los resultados han demostrado beneficios significativos en el desarrollo de las habilidades de inteligencia emocional de niños y niñas.
Los estudiantes cuyos profesores incluyen estas herramientas en su forma de enseñar han mostrado mayores niveles de rendimiento cognitivo y habilidades para comprender, expresar y regular sus emociones. Mejoran sus habilidades para tomar perspectiva y resolver problemas en comparación con los grupos control.
Se han encontrado también mejores niveles de ajuste psicológico y puntuaciones significativamente más bajas en problemas escolares en los estudiantes del grupo experimental.
En los centros que implementan estas herramientas de educación socioemocional se ha encontrado que el proceso interactivo de enseñanza, aprendizaje y evaluación es más fluido, que se establecen relaciones más cercanas entre los escolares y con los docentes, e incluso que mejora la dinámica y organización en el aula, en comparación con clases controles.
Impacto en autoregulación y autonomía
Otros estudios han mostrado que las herramientas en la etapa de secundaria pueden mejorar el clima en el aula en cuanto a la calidad de las relaciones, la autonomía del estudiante, el respeto por la diversidad, la disciplina, la calidad de la enseñanza y la percepción de apoyo por parte de los estudiantes.
Se trata de resultados que confirman que el apoyo emocional a los estudiantes en las etapas de primaria y secundaria tiene beneficios visibles y demostrables: por ejemplo, la reducción de síntomatología emocional como la ansiedad; la disminución de miedos irracionales ante situaciones hipotéticas, o la mejora de la capacidad para afrontar entornos retadores, así como la comprensión y el manejo de las emociones intensas. Además, dichos estudiantes parecen mostrar una interpretación de la realidad más ajustada y una reducción de la ineficacia entre los 9 y los 12 años.
En cuanto a los docentes, aquellos que reciben formación específica alcanzan climas más óptimos para el aprendizaje, mayores niveles de motivación y mejores relaciones. Reducen sus niveles de estrés y desarrollan una mayor satisfacción y compromiso docente.
Prevenir y preparar para el futuro
La educación socioemocional no consiste únicamente en mejorar el clima de aprendizaje o prevenir problemas de convivencia, sino de dotar a las nuevas generaciones de habilidades que serán clave y fundamentales para la vida, desde un contexto preventivo.
La evidencia científica indica que el manejo de las emociones, el equilibrio mental, conocerse a uno mismo y tener relaciones satisfactorias son habilidades que se pueden aprender para conseguir una sociedad del futuro más equilibrada y libre, pues como apuntaba Epicteto: “Nadie es libre si no es dueño de sí mismo”.
Fuente: Ruth Castillo Gualda / theconversation.com