¿Habías escuchado alguna vez el término atiquifobia? Si tu respuesta es negativa, es mucho más probable que sí hayas escuchado a alguien decir que tiene miedo a fracasar. Quizá, incluso has vivido alguna vez en tus propias carnes el miedo a “no dar la talla”, “no cumplir las expectativas” o “no estar a la altura”.
Si te ha pasado alguna vez, o si has conocido a alguien que sí lo haya sufrido, sabrás el grave impacto que puede llegar a tener en la vida de las personas. Precisamente por eso, es tan importante que tomemos consciencia de esta realidad y hagamos por comprenderla mejor.
En este artículo abordaremos los principales aspectos relacionados con la atiquifobia. Asentamos las bases definiendo, contextualizando y hablando de sus principales síntomas. Seguidamente, abordaremos cuáles son las posibles causas y consecuencias derivadas de esta situación. Por último, hablaremos de las estrategias para hacerle frente.
¿Qué es la atiquifobia?
La atiquifobia, más conocida como el miedo al fracaso, actualmente no se encuentra dentro de las clasificaciones diagnósticas más conocidas y usadas en la actualidad (CIE-11 y DSM5) puesto que suelen recogerse categorías diagnósticas más amplias como el trastorno de ansiedad generalizada, por ejemplo.
Sin embargo, es indiscutible que son muchas las personas que en algún momento de sus vidas han experimentado este miedo. Debemos tener presente que el miedo, en sí, no es patológico ni hay nada de malo en sentirlo. Al contrario, se encuentra dentro de las emociones consideradas universales y es completamente normal y adaptativo sentir miedo en determinados momentos.
No obstante, en determinadas situaciones, como puede ser en la atiquifobia, se vuelve tan intenso, perdura tanto en el tiempo y tiene un impacto tan fuerte en la vida de las personas que se considera un miedo desadaptativo.
Los síntomas de la atiquifobia pueden variar ligeramente en función de cada persona y sus aprendizajes vitales o recursos. A continuación se menciona la sintomatología observada con más frecuencia:
- Ansiedad y nerviosismo intenso ante la idea de fracaso.
- Taquicardia, sudoración, problemas digestivos u otras dolencias físicas ante la exposición.
- Bloqueos físicos o mentales ante las situaciones activadoras.
- Aplazar constantemente las tareas a realizar —procrastinación— por miedo al fracaso.
- Evitar nuevos retos o situaciones que puedan suponer riesgo de fracasar.
- Sentimientos de inutilidad, invalidez o incapacidad.
- Baja autoestima, elevada crítica interna, perfeccionismo y rigidez con uno/a mismo/a.
Causas de la atiquifobia
Las causas de la atiquifobia son diversas y puede ser que a unas personas les afecten o impacten más unos aspectos que otros. Los que se destacan principalmente tienen que ver tanto con las experiencias personales y los aprendizajes individuales como los factores sociales y externos.
Por un lado, no podemos olvidar que vivimos en una sociedad en la que hay cada vez más presión en relación con el desempeño de las personas. Se establecen estándares altísimos y habitualmente inalcanzables en todos los ámbitos de la vida de las personas, no solo a nivel laboral. Y, por si fuera poco, suele haber un gran estigma asociado al “fracaso”.
Además, a nivel social, también se potencia mucho la comparación con otras personas y los “éxitos” que consiguen. Es vital recordar que, hoy en día, podemos encontrar mucha información manipulada en las redes sociales y los medios de comunicación y que podemos estar comparándonos con “realidades” ficticias o incluso creadas con inteligencia artificial.
Por si fuera poco, estas exigencias externas que se imponen a nivel social, podrían verse alimentadas y empeoradas por entornos más cercanos como la propia familia. Es crucial revisar cuáles son los valores que hemos interiorizado en el ámbito familiar y qué estilo de crianza hemos recibido (haber tenido progenitores muy exigentes o críticos puede ser un factor de riesgo).
A nivel individual, son varios los aspectos que también pueden estar interfiriendo. Desde experiencias pasadas en las que un “fracaso” —real o percibido— ha incrementado la intensidad del miedo a volver a “fracasar” hasta otros aspectos como una baja autoestima, una elevada inseguridad, la tendencia al perfeccionismo o incluso el miedo al éxito.
Consecuencias derivadas de la atiquifobia
Con todo lo comentado hasta el momento, cabe esperar que las consecuencias derivadas de esta situación no sean pocas o inocuas. Hemos visto que las personas que sufren de atiquifobia tienden a la perfección, la procrastinación y a evitar determinadas situaciones. Esto les puede llevar al bloqueo y a la pérdida de nuevas oportunidades.
Esto podría suponer que las personas se sientan y vean limitadas a la hora de alcanzar los propios objetivos o metas y que sientan que su desarrollo, sea en el ámbito personal o laboral, se vea estancado o paralizado.
Además, pueden verse afectadas también las relaciones interpersonales por las propias inseguridades y limitaciones. Esto, junto con las conductas evitativas, pueden suponer una mayor tendencia al aislamiento social con el consecuente impacto psicológico y emocional que este genera.
Sin duda, todas estas situaciones —que añaden estrés al ya existente— pueden tener un grave impacto en la salud mental de las personas. En este sentido, podrían acabar desarrollándose otro tipo de patologías de salud mental como los trastornos de ansiedad o incluso la depresión.
¿Cómo hacerle frente?
La mejor estrategia de intervención es una buena prevención. En este sentido, deberíamos trabajar a nivel social para revisar los mensajes que hemos creado sobre la interpretación de los errores. Por otro lado, también deberíamos tomar consciencia de lo inasequibles que son la mayor parte de las metas u objetivos que se nos imponen o pretendemos conseguir.
Quizá suena utópico, pero sería ideal que, como sociedad, pudiéramos hacer los cambios necesarios para conseguir ver el hecho de equivocarnos como una posibilidad para aprender e integrar nuevas lecciones. Incluso ver los errores como nuevas oportunidades.
A nivel individual, son muchas las estrategias que nos pueden ayudar a hacer frente a esta situación. Aspectos como cultivar la compasión y disponer de una buena red de apoyo son cruciales en el proceso. También puede ser útil practicar la atención plena y aprender técnicas de relajación. Asimismo, es crucial aprender a establecer metas realistas.
Aunque va a depender de cada persona y la intensidad de su malestar, es aconsejable buscar ayuda psicológica puesto que el proceso requiere de varios puntos de intervención y es interesante que haya un/a profesional especializado que pueda adecuar el tratamiento a las necesidades de cada persona.
Fuente: Nerea Moreno. (2024, agosto 12). Atiquifobia: síntomas, causas y tratamiento. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/atiquifobia