A veces se confunden, pero no es lo mismo un ataque de ansiedad que un ataque de pánico.
Es posible escuchar hablar sobre ataques de pánico y ataques de ansiedad como si fueran la misma cosa, pero no tienen nada que ver y es interesante saber diferenciarlos: mientras que uno se produce por un miedo repentino, el otro viene dado por un miedo que perdura en el tiempo.
En otras palabras, un ataque de ansiedad se produce cuando mantenemos una situación estresante en el tiempo. Para hacernos una idea, nuestros pensamientos valoran que no tenemos suficientes recursos para hacer frente a ese reto y que no vamos a ser capaces de afrontarlo, tal como indica Laura Fuster, psicóloga experta en ansiedad. «Nuestro cuerpo entra en modo alerta y algunas de las funciones necesarias para el día a día empiezan a funcionar de un modo deficitario, como la alimentación o el sueño».
Si la situación que nos genera malestar no se resuelve a corto o medio plazo, es probable que aparezcan los ataques de ansiedad. Tal como indica Laura Fuster, en estos episodios la persona experimenta síntomas ansiosos de una manera muy intensa y descontrolada.
Es relativamente sencillo para esa persona relacionar esas sensaciones con la causa que las está creando.
Sus síntomas son:
– Preocupación
– Intranquilidad
– Cambios en la frecuencia cardiaca
– Falta de concentración y memoria
– Insomnio
– Bajo estado de ánimo
– Irritabilidad
Los motivos por los que puede producirse la ansiedad son numerosos, pero destacan los siguientes: trabajo, economía, relaciones familiares, situación mundial, padecer alguna enfermedad física o mental y afrontar cambios.
Ataque de pánico: ¿qué es?
Por su parte, un ataque de pánico se experimenta como un miedo intenso y repentino, y se trata de una activación muy fuerte de nuestro estado de alerta. Laura Fuster comenta que estos ataques producen sensaciones muy fuertes que generan un malestar intenso.
Sin embargo, la persona que lo sufre no suele identificar que está sufriendo un ataque de pánico: «Como los síntomas son tan intensos, se suele pensar que está padeciendo un ataque al corazón o una enfermedad física grave».
La persona que sufre un ataque de pánico no identifica una causa concreta asociada a este estado. Suele ser repentino y durar entre 10 y 30 minutos, aunque el malestar asociado puede alargarse. Puede aparecer incluso estando calmado o durmiendo. «Como vemos, más que una cuestión médica física, los ataques de pánico son, más bien, un problema psicológico», dice, y los síntomas del ataque de pánico suelen ser:
– Miedo intenso
– Mareos
– Taquicardia
– Dolor en el pecho
Como vemos, la diferencia más notable entre un ataque de ansiedad y un ataque de pánico es que la causa sea concreta e identificable. En el ataque de ansiedad la persona suele saber por qué se encuentra en ese estado, aunque no sepa cómo manejarlo o solucionarlo. En el ataque de pánico es más complicado identificar una causa concreta.
Por ejemplo, un ataque de ansiedad se puede producir antes de realizar un examen muy importante. Un ataque de pánico suele ser más inesperado y en situaciones más aleatorias.
«Puedes consultar con un profesional siempre que te sientas mal y notes que no tienes herramientas suficientes para manejar el problema», anima la experta Fuster.
Algunos de los criterios para pedir ayuda son los siguientes:
– Malestar persistente durante días
– Los síntomas no se reducen, incluso van aumentando
– El malestar interfiere en distintas áreas de tu vida (trabajo, relaciones, familia, actividades, etc.)
– Intentos de solución anteriores no han dado resultado
«Hay que recordar que la terapia de elección para los casos de ansiedad es la cognitivo conductual, acompañada o no de la farmacológica; dependiendo del caso. Esta terapia la realiza un psicólogo con colaboración del psiquiatra si el caso lo requiere», concluye.
Fuente: Melissa González / abc.es