La ansiedad es un problema de salud mental que puede provocar mucho sufrimiento. Con frecuencia, los amigos y familiares de quienes la sufren desconocen cómo actuar para ayudar y acompañar.
La ansiedad es un estado por el cual nuestro organismo se pone en alerta ante la percepción de un potencial peligro. Cuando nos sentimos ansiosos experimentamos cambios a todos los niveles, tanto en el plano emocional y cognitivo como en el conductual y fisiológico. De esta manera, el sentir que estamos en riesgo (sea esta percepción ajustada o no a la realidad) hace que en el sistema nervioso se desencadene toda una cascada de reacciones. Sentimos miedo, comenzamos a tensarnos, nuestro corazón late a toda prisa, un sudor frío comienza a cubrir nuestra piel, etc.
La ansiedad es muy a menudo demonizada y esto hace que siempre se hable sobre ella en clave negativa. Sin embargo, ante todo la ansiedad es una respuesta necesaria para nuestra supervivencia. Gracias a ella, podemos activarnos y estar listos para afrontar la adversidad de forma eficaz. Piensa, por ejemplo, en un examen final o una entrevista de trabajo. Experimentar estrés en dosis moderadas es clave para aprobar ese examen o conseguir ese trabajo que tanto deseamos.
Entonces, ¿Cuándo se convierte la ansiedad en un problema? Pues bien, esta deja de ser una respuesta adaptativa cuando aparece sin que exista un peligro real o cuando su intensidad es desproporcionada en relación con la situación. En estos casos, la ansiedad deja de suponer una ayuda para afrontar los peligros y se convierte en un obstáculo para vivir una vida plena y satisfactoria.
Vivir la ansiedad en primera persona es devastador y sólo quienes han estado en esta tesitura pueden comprender plenamente el sufrimiento que conlleva. Sin embargo, el papel de familiares y amigos tampoco es fácil. A menudo, los allegados se sienten incapaces de ayudar a ese ser querido que padece ansiedad y desconocen la forma más adecuada de acompañarle. Por ello, en este artículo vamos a hablar acerca de algunos consejos que pueden ser útiles para ayudar a ese amigo o familiar que sufre ansiedad.
¿Qué son los trastornos de ansiedad?
Antes de nada, es importante definir qué entendemos por trastorno de ansiedad. Se trata de un problema de salud mental por el cual la ansiedad persiste en el tiempo, aparece en momentos en los que no debería hacerlo o lo hace con una intensidad desmedida. Sin el tratamiento adecuado, un trastorno de ansiedad puede llegar a empeorar, interfiriendo seriamente en las diferentes áreas vitales de la persona. Existen distintos tipos de trastorno de ansiedad:
- Trastorno de ansiedad generalizada: En este trastorno la persona manifiesta preocupaciones excesivas y constantes acerca de problemas cotidianos como la salud, el dinero, el trabajo y la familia. Esto supone una importante interferencia con la vida normal, ya que los pensamientos aparecen prácticamente a diario con una fuerte intensidad.
- Trastorno de pánico: Las personas con trastorno de pánico experimentan ataques de pánico repentinos y repetidos en el tiempo, que se caracterizan por una sensación de miedo intenso y la aparición de síntomas fisiológicos como mareos,temblores, taquicardias, sudores fríos, etc. Estos episodios pasan a dominar la vida de la persona, que teme volver a experimentar un nuevo ataque y comienza a poner en marcha conductas para evitarlo.
- Fobias: Las personas que sufren alguna fobia experimentan una sensación de miedo intenso ante un estímulo determinado. Algunas de las fobias más comunes son las alturas, las arañas o la sangre. En algunos casos, la fobia puede darse ante situaciones de tipo social, lo que da lugar a un trastorno en sí mismo conocido como Ansiedad Social.
Cómo ayudar a una persona con ansiedad: 6 consejos
Como venimos comentando, la ansiedad es aún una gran desconocida. Esto hace que muchas veces los amigos y familiares de las personas que la padecen encuentren dificultad para saber cómo actuar. Por eso, a continuación vamos a comentar algunas pautas que pueden ser útiles para ello.
1. Anima a que se exprese, no hay emociones mejores que otras
Vivimos en una sociedad que enfatiza la felicidad constantemente, a la vez que se condenan y ocultan otras emociones menos agradables como la tristeza o la ira. Desde la niñez interiorizamos que no está bien llorar o que no debemos rechistar cuando algo nos hace daño. Sin embargo, esta represión emocional no es en absoluto saludable.
Todas nuestras emociones cumplen una función, todas son importantes y por ello ninguna debe ser ocultada. Anima a esa persona a que se exprese, a que comunique todo lo que siente aunque no siempre sean emociones agradables. Prueba a hacer tú lo mismo, ya que ver tu ejemplo le animará a abrirse. Cuando exponemos lo que nos pasa liberamos tensión y nos sentimos aliviados, así que con esta sencilla pauta puedes marcar la diferencia.
2. Realiza actividades agradables junto a esa persona
Si esa persona cercana se siente muy ansiosa, puedes proponerle realizar alguna actividad juntos que le permita desconectar y liberar toda su ansiedad. El mejor ejemplo es el deporte, aunque también puede servir cantar, tocar un instrumento o pintar. Habla con él/ella y acordad una hora y día para pasar un rato juntos en el que expulsar fuera toda esa ansiedad contenida.
3. Evita expresiones invalidantes
El desconocimiento acerca de la ansiedad y la escasa educación emocional de la población general pueden hacer que, queriendo ayudar, hagamos más daño a esa persona que padece ansiedad. Cuando hables con ella sobre su sufrimiento, evita emplear expresiones que infravaloren, minimicen o invaliden sus sentimientos: “No te preocupes”, “no pasa nada”, “es algo sin importancia”, “hay personas en una situación peor que tú”, “lo tienes todo para estar bien”, etc.
Este tipo de comentarios pueden ser bienintencionados, pero sólo sirven para generar más malestar y culpa en quien sufre ansiedad. En su lugar, es preferible que simplemente escuches con atención y transmitas tu apoyo y comprensión: “Sé que estás sufriendo muchísimo, pero yo estoy aquí para ayudarte en el proceso hasta que poco a poco puedas sentirte bien de nuevo”.
4. Practicad relajación
Otra forma de ayudar puede ser practicar con esa persona ejercicios de relajación. Estos son de gran ayuda para favorecer la calma y la relajación del organismo, de forma que se reduce la intensidad y frecuencia de la ansiedad. Entre ellas se encuentran la respiración diafragmática o la relajación muscular de Jacobson. En internet puedes encontrar tutoriales sencillos para ponerlos en práctica.
5. Entrenamiento en atención plena
El mindfulness o atención plena también es una excelente estrategia para combatir la ansiedad. Esta práctica tiene sus raíces en la meditación oriental y, con simples ejercicios, se puede realizar en el día a día para fomentar la relajación. Poner en práctica el mindfulness permite concentrar la atención en el aquí y el ahora, observando las preocupaciones desde una perspectiva no enjuiciadora. En internet existen infinidad de tutoriales y ejercicios sencillos para iniciarse en esta tarea, así que prueba a acompañar a esa persona cercana en sus comienzos con el mindfulness.
6. Recomiendale ayuda profesional
Aunque las pautas que hemos comentado pueden ser útiles para estados de ansiedad leves o pasajeros, lo cierto es que en cuadros de ansiedad más complejos lo ideal es acudir a un profesional de salud mental. Si esa persona cercana es mayor de edad no puedes obligarle a ir a terapia, aunque sí puedes hablar con ella y presentarle esta opción.
Un psicólogo o psiquiatra puede ayudar a manejar la ansiedad, comprender por qué se produce y reducir su interferencia en las distintas esferas de la vida. El profesional da al paciente herramientas y estrategias para que la ansiedad vaya remitiendo y sea adecuadamente gestionada. En psicoterapia se trabaja a nivel no sólo emocional, sino también cognitivo y conductual, de manera que la persona pueda recuperarse integralmente.
Conclusiones
En este artículo hemos hablado acerca de algunas pautas que pueden ser de ayuda para apoyar a una persona que sufre ansiedad. La respuesta de ansiedad no es en sí misma negativa. Esta es muchas veces adaptativa y contribuye a nuestra supervivencia, pues nos permite estar alerta ante potenciales peligros. Sin embargo, cuando su intensidad y frecuencia son desproporcionadas o aparece en situaciones que no son objetivamente peligrosas puede suponer un problema.
Las personas que conviven con la ansiedad experimentan mucho sufrimiento, aunque el papel de los amigos y familiares tampoco es fácil. En estos casos, es común que los allegados no sepan exactamente cómo ayudar. La escasa educación emocional de la sociedad y el desconocimiento y falsos mitos que rodean a la ansiedad llevan muchas veces a cometer errores que, lejos de beneficiar, empeoran la situación. Es recomendable que las personas cercanas puedan escuchar y validar las emociones de esa persona, de forma que no se invalide o minimice su sufrimiento.
Es importante que se fomente la expresión de las emociones, haciendo hincapié en el hecho de que no hay emociones buenas ni malas, pues todas son importantes y cumplen una función. De la misma manera, quienes están cerca pueden realizar con la persona actividades agradables, ejercicios de relajación e incluso mindfulness. No obstante, en cuadros de ansiedad severos lo más recomendable es contar con la ayuda de un profesional de salud mental. Las personas cercanas no pueden obligar a quien sufre ansiedad a ir a terapia, pero sí pueden animarle a que de el paso y hablar con él/ella sobre los posibles beneficios que esto le puede proporcionar para su recuperación.
Fuente: Natalia Menéndez Martínez / azsalud.com