En 2021, el 95% de los psicólogos ofertaban esta opción para los pacientes. Esta metodología no es una opción válida para todos
La pandemia de covid puso en evidencia diferentes necesidades de la sociedad. Una de ellas fue poner el foco y cuidar la salud mental. En las primeras semanas de confinamiento, si las personas que ya atendían a este aspecto de salud querían seguir acudiendo a sus terapias, la única forma era hacerlo telemáticamente, bien por teléfono o por videollamada. Años después, todo apunta a que esta opción de ayuda psicológica —que arrancó antes del 2020— ha llegado para quedarse. En 2021, más del 95% de los psicólogos ofrecía su servicio también en línea, mientras que en 2017 solo lo hacía el 52%, tal y como señala un estudio. Los expertos inciden en que es una metodología más y que se ha de contemplar como un complemento, no como un sustituto de la terapia presencial.
Ana Domínguez es psicóloga general sanitaria y defiende este argumento: “Las terapias online han aumentado las posibilidades de trabajar con las personas, creo que ha sido positivo porque lo que hace es añadir posibilidades de poder recibir ayuda. Ahora bien, no sustituyen a las presenciales, las complementan”. A pesar de ello, apoya que es mejor acudir a ellas que a ninguna.
Su compañero de profesión Vicente Prieto defiende que no es correcto utilizar el término terapia online y que, en cambio, habría que sustituirlo por utilizar metodología online para realizar una intervención psicológica. Además, asegura que la Psicología está abierta a la utilización de nuevas tecnologías como “instrumento” para mejorar la calidad de vida de las personas, pero que la elección de la telemática en detrimento de la presencial “tiene que estar justificada”.
Esta opción de tener terapia desde casa es una decisión cada vez más extendida. El I Estudio del Impacto Social en el Bienestar Emocional de TherapyChat señaló que durante 2022 se produjo un incremento del 70% de las personas que decidieron comenzar un proceso terapéutico con respecto al año anterior. Estos datos proceden de más de 6.000 usuarios que acuden a esta modalidad de terapia.
La presencialidad es importante en las primeras sesiones
Pese al auge de los últimos años, ambos expertos coinciden en la importancia de que los primeros encuentros entre profesionales y pacientes sea cara a cara. A Domínguez, que es vicedecana del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental, le ocurrió durante la pandemia. Como tantos otros psicólogos se tuvo que adaptar para continuar con las personas que necesitaban ayuda y que además no podían salir de sus casas. Pero no aceptó a ninguno nuevo y todas las primeras citas se anularon. “Lo suyo es tener conocimiento de ellos. No podía garantizar que se dieran todos los requisitos que se necesitaban. Además, tampoco me conocían. Tienes que establecer un vínculo y no digo que online sea imposible, pero es difícil”, sostiene.
“Aunque es muy recomendable que las primeras entrevistas sean presenciales, una vez que se ha evaluado bien la situación del paciente y su entorno, se decide si la utilización de la telepsicología es adecuada para intervenir en esta psicopatología o no. Si se estima adecuada esta metodología, se inicia el plan de intervención y no tiene porqué haber diferencias en cuanto a la eficacia”, explica Prieto, uno de los vocales del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
Si se decanta por esta opción se ha de cumplir los mismos requisitos que en la presencial, es decir, que sea llevado por un profesional y que siga un método científico que tenga validez y demuestre su eficacia. Además, se han de dar una serie de condiciones: buena conectividad, intimidad, recursos económicos suficientes para la conexión… a fin de cuentas, todo se resume en tener los medios adecuados, tanto técnicos, como materiales y, por supuesto, del entorno, según detalla Domínguez. También se ha de respetar la protección de datos.
Una vez que se cumplen toda esta lista de necesidades, también hay que tener en cuenta otro aspecto más, como es la patología que se padezca. En la opinión de Prieto, no debería usarse la telepsicología en trastornos mentales “muy limitantes”, como pueden ser las esquizofrenias, los procesos psicóticos, los trastornos de personalidad, los bipolares, de la conducta alimentaria o la depresión, entre otros. Al respecto, Domínguez añade que no una cuestión únicamente de la enfermedad, sino que hay que evaluar la situación de la persona, con sus circunstancias.
Aumento del intrusismo
Domínguez defiende que el aumento de esta metodología tiene también su lado negativo, que es el intrusismo laboral aprovechándose de esta coyuntura. “Si es presencial es más difícil, te expones más y el riesgo de que te denuncien es mayor. Sin embargo, en el tema online, tienes una buena web, unas buenas redes sociales y lanzas mensajes. Esto puede ser peligroso”, afirma. Además, recuerda que aunque el profesional se dedique a la teleconsulta, es necesario tener un espacio físico registrado.
Prieto, por su parte, insiste en la “vital importancia” que el paciente compruebe que el profesional que le atiende tenga todos los títulos que le habilitan para trabajar en el ámbito sanitario, que esté trabajando en un centro acreditado como sanitario, y que esté colegiado. “De esta manera evitaremos intrusismo”, ahonda.
Otra de las cuestiones sobre la que Domínguez reflexiona es en el precio de la terapia online. “Son más baratas porque la persona que las hace no tiene los costes que tienen las presenciales, cosa que no debería ser porque el tiempo que le estás dedicando y el conocimiento es el mismo”, critica. Sin embargo, gran cantidad de compañeros de profesión ponen los mismos precios, sea online o presencial por estos motivos.
Fuente: Laura Camacho / alimente.elconfidencial.com