Imagina que quieres compartir una historia, pero las palabras salen tan rápido que nadie te entiende. Esto es lo que viven a diario las personas con taquilalia.
La taquilalia es un trastorno del habla que, a menudo, pasa desapercibido, pero que puede tener un impacto significativo en la vida de quienes lo padecen, en especial niños y adolescentes. Este problema se caracteriza por un ritmo de hablar demasiado rápido, lo que dificulta la claridad y comprensión del mensaje que se desea transmitir.
Más allá de conversar acelerado, dicha condición afecta la capacidad de comunicarnos de forma efectiva, lo que genera frustración, tanto en quien la padece como en quienes le rodean. Aquí detallamos todo sobre esta alteración, desde sus causas y síntomas, hasta cómo corregirla.
¿Qué es la taquilalia y cuáles son sus causas?
La taquilalia, también conocida como taquifemia, es un trastorno en el que el habla se vuelve anormalmente rápida, tanto así que se torna difícil de entender. Aunque quien lo sufre usa palabras y frases bien formadas, la velocidad extrema hace que el mensaje se vuelva «borroso», como si los términos se atropellaran entre sí.
Este problema puede afectar mucho la interacción social, sobre todo en niños y jóvenes, quienes experimentan frustración o aislamiento, debido a la incomprensión de los demás.
Las causas pueden ser orgánicas, como problemas en el cerebro, o funcionales, relacionadas con el comportamiento o el entorno de la persona. A continuación, exponemos algunas de las principales razones que provocan este tipo de trastorno del habla.
Factores genéticos
Los genes influyen en cómo se desarrolla el cerebro y el sistema nervioso, incidiendo el control del ritmo del habla. Si alguien en la familia sufre taquifemia o problemas similares con el habla, quizás otros miembros tengan una mayor probabilidad de desarrollar esta condición.
Es de resaltar que la tartamudez y la taquilalia son los dos trastornos del habla que más afectan la comunicación. Por ende, si existen antecedentes familiares, es importante prestar atención a las principales señales para intervenir de manera temprana y efectiva.
Problemas neurológicos
Alteraciones en el funcionamiento del sistema nervioso central contribuyen a una aceleración excesiva del habla. Esto incluye condiciones neurológicas que afectan la coordinación y el control al hablar.
Acorde con información de la Clínica Universidad de Navarra, a menudo, la taquifemia se evidencia en quienes tienen problemas neurológicos como la enfermedad de Parkinson. Del mismo modo, puede aparecer en personas con trastornos como el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) y algunos tipos de ansiedad.
Influencia del entorno
El ambiente en el que alguien crece también tiene que ver con la taquifemia. Por ejemplo, un ambiente familiar o escolar donde se habla rápido o hay presión para comunicarse de forma acelerada, llevaría a desarrollar esta alteración.
Estrés y ansiedad
Cuando alguien está bajo mucho estrés, tal vez siente la presión de comunicarse con rapidez, lo que conduce a hablar a una velocidad acelerada. Esto ocurre porque la persona intenta expresar sus pensamientos y sentimientos tan pronto como sea posible para manejar la situación estresante.
De igual manera, tal vez la ansiedad hace que se sienta la necesidad de hablar rápido para evitar incomodidad o esconder los nervios. Y es posible que esto conduzca a una taquifemia, ya que la persona habla más rápido de lo que puede procesar, lo que resulta en una comunicación confusa.
Imitación de modelos de habla rápida
Al imitar a personas en su entorno que hablan a gran velocidad, los niños pueden desarrollar esta condición, en especial si no se les enseña a regular su propio ritmo. Esto les ocurre sin darse cuenta de que tal rapidez dificulta la comunicación clara.
Síntomas y consecuencias de este trastorno
El ritmo acelerado, síntoma característico de este problema, suele generar confusión y malentendidos, y la falta de pausas naturales entre un término y otro hace que el habla suene monótona y caótica.
Las consecuencias del trastorno pueden ser significativas, sobre todo, en el ámbito escolar y social. Estas son algunas de las principales:
- Impacto emocional: la taquifemia impacta en la autoestima de las personas, lo que causa ansiedad o inseguridad acerca de su habilidad comunicativa efectiva.
- Aislamiento social: la dificultad para comunicarse conduce a la frustración y al aislamiento de amigos y compañeros, ya que los demás experimentan inconvenientes para seguir la conversación.
- Problemas académicos: es posible que los niños y adolescentes con taquilalia tengan dificultades para participar en clases y expresar sus ideas con claridad, lo que afecta su rendimiento académico.
¿Quién diagnostica la taquifemia?
El diagnóstico de la taquilalia lo realiza un profesional especializado, como un logopeda o fonoaudiólogo, quien evalúa la rapidez y fluidez del paciente al expresarse. Este examen incluye observar la velocidad de la articulación y la claridad del discurso, así como identificar cualquier interrupción en la comunicación.
Un diagnóstico preciso permite desarrollar un plan de tratamiento adecuado y ejecutar una intervención temprana, lo que mejoraría la capacidad de comunicación y la calidad de vida del paciente.
Ejercicios y técnicas para corregir la taquilalia
Se puede utilizar una variedad de ejercicios y técnicas enfocadas en favorecer el ritmo y la claridad al hablar. Te presentamos algunas estrategias efectivas:
- Técnicas de respiración: aprender a respirar de manera controlada ayuda a regular el flujo al hablar, tomar pausas naturales, evitar la velocidad excesiva y reducir la ansiedad.
- Ejercicios de articulación: las prácticas que enfaticen la pronunciación clara de cada palabra, como repetir frases con lentitud y de manera articulada, beneficia la comprensión y la precisión de lo que se dice.
- Pausas estratégicas: incluir ejercicios que fomenten el uso de pausas naturales entre frases y oraciones, es útil para evitar que las palabras se atropellen. Las pausas permiten que el habla sea más clara y fácil de seguir.
- Ejercicios de ritmo: practicar la lectura en voz alta con un metrónomo o marcadores de ritmo contribuye a controlar la velocidad del habla. Leer a un ritmo pausado y constante permite que la persona se familiarice con una velocidad más adecuada.
- Retroalimentación y grabaciones: grabar el habla y escuchar las grabaciones, permite al paciente identificar su velocidad y áreas de mejora. Además, la retroalimentación del terapeuta ayuda a desarrollar una mayor conciencia de los patrones de comunicación.
Una intervención temprana mejora la calidad del habla
Hablar con rapidez puede presentar desafíos significativos en la comunicación diaria, pero una intervención temprana hace una gran diferencia.
Al identificar y abordar este trastorno desde sus primeras manifestaciones, es posible mejorar la fluidez del habla y evitar complicaciones futuras que afecten el bienestar emocional y social del paciente.
Fuente: Pablo Andrés Rojas Ramírez / lamenteesmaravillosa.com