La regulación de nuestras emociones y de nuestro comportamiento social está mediada, principalmente, por el sistema límbico. Esta región subcortical está asociada con la motivación, la recompensa y el placer. No obstante, varias investigaciones han señalado que el cerebelo, una estructura asociada con funciones motoras, también participaría de manera decisiva en estos procesos.
En un estudio realizado en roedores se ha encontrado que el cerebelo ayuda a controlar el circuito de recompensa del cerebro. Asimismo, se halló una conexión directa entre el cerebelo y el área tegmental ventral (VTA). Esta región está involucrada en el procesamiento y la codificación de recompensas.
Los resultados de esta investigación resaltan que el cerebelo desempeña un papel en el control de la conducta social y la recompensa. También arroja nueva luz sobre las redes neuronales críticas para la disfunción afectiva y social que se observa en diferentes trastornos mentales.
El cerebelo y sus funciones
El cerebelo es esencial para nuestra vida, ya que se encarga de la regulación del movimiento y del control del equilibrio. Gracias a él, podemos coordinar nuestra marcha y mantener la postura. Esta estructura controla el tono muscular y la actividad voluntaria de los músculos.
El vermis del cerebelo coordina los movimientos del tronco, incluidos el cuello, los hombros, el tórax, el abdomen y las caderas, mientras la zona intermedia de los dos hemisferios cerebelosos se encarga de controlar los músculos de nuestras extremidades. Por su parte, el área lateral de cada uno de estos hemisferios interviene en la planificación de movimientos secuenciales de todo nuestro cuerpo. Además, participa en la evaluación consciente de los errores que cometemos al movernos (Manto et al., 2012; Guell et al., 2018).
La evidencia recogida por distintas investigaciones ha señalado también que esta estructura, en específico su lóbulo posterior, puede intervenir en el control de las funciones cognitivas y afectivas. Las lesiones de este lóbulo dan como resultado el síndrome afectivo cognitivo cerebeloso, cuyas características distintivas son: déficits en la función ejecutiva, en el procesamiento espacial visual, en las habilidades lingüísticas y en la regulación del afecto.
Como podemos observar, pese a que el cerebelo se ha asociado con el control motor, los estudios están descubriendo que también influye en la regulación emocional, en la inhibición de la toma de decisiones impulsivas y en la memoria.
El cerebelo en la conducta social
El cerebelo no solo está vinculado con el movimiento y el equilibrio, sino también con la recompensa y la conducta social. Veamos en profundidad las implicaciones de esta estructura en nuestra capacidad de socializar.
En un estudio llevado a cabo en ratones, los investigadores indagaron si las entradas del cerebelo al área tegmental ventral (VTA) influían en el comportamiento de preferencia social y en la conducta relacionada con la recompensa. Para ello, colocaron ratones en una cámara abierta y usaron pulsos de luz para activar las neuronas cerebelosas vinculadas al VTA cada vez que los ratones ingresaban al “cuadrante de recompensa”. Lo que encontraron los autores de este estudio fue que los roedores pasaban más tiempo en el cuadrante de recompensa.
Por otro lado, para examinar si las entradas del cerebelo en el VTA impactaban en los comportamientos sociales, los investigadores emplearon una tarea social de tres cámaras. En ella, los ratones podían elegir pasar tiempo en una cámara con otro ratón (la cámara social), en una cámara vacía o en una con un objeto no social. Al inicio del estudio, los ratones preferían estar en la cámara social, pero después de que los investigadores desactivaran las proyecciones cerebelosas en el VTA, los ratones ya no mostraron esta preferencia.
Otros resultados señalan que el silenciamiento continuo de la vía del cerebelo-VTA evita por completo la expresión de preferencias sociales en los ratones. Estos hallazgos demuestran que estas conexiones son necesarias para el comportamiento de preferencia social en los ratones.
El cerebelo en las secuencias de acción social y no social
Para entender mejor la función social de esta estructura, Van Overwalle et al. (2019), propusieron la hipótesis de que el cerebelo construye modelos internos de secuencias de acción social. Estos modelos nos permiten predecir cómo se ejecutarán las acciones de las demás personas, lo que facilita la comprensión de los comportamientos sociales.
Corroborando lo anterior, un estudio preliminar encontró que el cerebelo participa en la generación de secuencias de eventos sociales y no sociales. Para comprobar esto, los investigadores utilizaron la estimulación magnética transcraneal repetitiva de baja frecuencia (LF-rTMS) durante una tarea de secuenciación de imágenes e historias. En esta actividad, los participantes tenían que ordenar cronológicamente las acciones sociales y no sociales presentadas en dibujos animados u oraciones cortas.
El cerebelo en la conducta social: la mentalización
En una investigación se pidió a los participantes que ordenaran secuencias pictóricas que involucraran historias de creencias verdaderas y falsas en una tarea de secuenciación de imágenes. Los resultados señalaron que los pacientes cerebelosos se desempeñaron significativamente peor que los controles sanos cuando ordenaban secuencias de historias de creencias falsas. También se desempeñaron mal en la atribución de rasgos inferidos a partir de las descripciones verbales del comportamiento.
En otro estudio, realizado en participantes sanos, se observó una mayor activación en el cerebelo posterior durante la secuenciación de creencias falsas y verdaderas en comparación con eventos mecánicos en una tarea de secuenciación de imágenes e historias.
El cerebelo es una estructura que también puede intervenir en la cognición social. Este tipo de facultad nos permite comprender las intenciones, los estados mentales y emocionales de los demás. La teoría de la mente (ToM) es clave en este tipo de cognición, ya que permite hacer inferencias y representaciones de las creencias e intenciones de los otros.
Las investigaciones sobre las implicaciones del cerebelo en la conducta social señalan que las personas con daños en el cerebelo tienen dificultades sociales marcadas (Sokolovski et al., 2010; Hoche et al., 2016). Estas deficiencias impactan el desarrollo de diferentes trastornos, como el autismo, el TDAH, la depresión y la esquizofrenia (Heleven et al., 2021).
Para concluir, el cerebelo en la conducta social tiene enormes implicaciones. No solo interviene en el control de nuestros movimientos, sino también en nuestras preferencias sociales. Además, participa en las conductas asociadas con las recompensas, en la secuenciación de eventos sociales y en la regulación de las funciones cognitivas y afectivas.
Fuente: José Padilla / lamenteesmaravillosa.com