La catatonia no es solo quedarse inmóvil, de ahí que, a menudo, su detección se pase por alto. También supone mutismo, enlentecimiento y emocionalidad intensa, entre otros síntomas que aquí profundizaremos.
La catatonia ha fascinado a los expertos en salud mental desde hace décadas. ¿Personas que no se mueven durante horas y no responden a estímulos? Es lógico que este síndrome atraiga la atención de personal especializado e incluso de la sociedad en general.
Sin embargo, la inmovilidad no es el único síntoma de estos cuadros, sino que se trata de un conjunto que no siempre es fácil de diagnosticar a tiempo. Te invitamos a conocer mejor este tema.
¿Qué es la catatonia y cuáles son sus síntomas?
La catatonia es un síndrome neuropsiquiátrico que combina síntomas cognitivos, motores, conductuales y autonómicos. Por lo general, el paciente presenta anosognosia, lo que hace raro que sea la propia persona la que acuda a pedir ayuda profesional.
Si bien se relaciona este cuadro con la parálisis motora, lo cierto es que existen diferentes manifestaciones, cada una de ellas distinta de la anterior. Vamos a verlas en detalle.
Catatonia acinética
En esta forma del síndrome encontramos un estado de estupor donde no existe reactividad ante los estímulos del medio; es la que más se conoce fuera del contexto médico.
El paciente está paralizado y puede experimentar síntomas como mutismo, catalepsia, negativismo e incluso flexibilidad cérea (incapacidad de moverse por sí solo; si se le coloca en una posición concreta, se mantendrá en ella).
Catatonia excitada
En segundo lugar, se clasifica un modo más desconocido de este síndrome: el agitado. Aquí se observan patrones motores como las estereotipias, los estados de agitación nerviosa o la repetición de movimientos y frases de otras personas o ecolalia.
Catatonia maligna
Por último, existe un estado catatónico potencialmente mortal, catalogado como maligno, que incluye sintomatología de fiebre y disautonomía.
Este desajuste, de no ser detectado, puede llevar a la deshidratación, desnutrición, incontinencia urinaria, infecciones del tracto urinario, trombosis venosa profunda y tromboembolismo pulmonar, como expone la Revista Española de Geriatría y Gerontología.
Otros síntomas
Además de los síntomas señalados con anterioridad, en el estado catatónico es posible que se presenten signos como los siguientes:
- Obediencia automática.
- Enlentecimiento psicomotor.
- Estereotipias o movimientos sin finalidad.
- Parálisis, es decir, la imagen clásica del paciente con incapacidad para moverse.
- Emocionalidad intensa que, con frecuencia, ocurre al terminar el episodio catatónico.
- Manierismos, aspavientos o movimientos exagerados que se trasladan a la vida cotidiana (como la escritura, por ejemplo).
Causas más comunes del síndrome catatónico
El origen de estos cuadros no es único ni simple, pues suele estar ligado a enfermedades neuropsiquiátricas y su diagnóstico no siempre es precoz. Algunas de las causas más comunes puedes leerlas a continuación.
Causas neurológicas
Se ha observado que quienes padecen episodios catatónicos tienen afectada la corteza cerebral parietal derecha, en su parte posterior. Esta zona del córtex se encarga de los movimientos motores voluntarios.
Además, otras áreas también se ven alteradas, como el prefrontal inferior y el orbitofrontal medial. Por esto mismo, se explica la desregulación emocional tras los episodios, así como la anosognosia.
La complejidad de la interconexión cerebral hace que varias regiones contribuyan a los síntomas observados. Sin embargo, las áreas mencionadas están vinculadas con los aspectos motores y emocionales afectados durante los episodios.
Causas biológicas
Algunas enfermedades orgánicas, así como el consumo de sustancias, pueden causar el síndrome. De igual modo, es posible que la epilepsia, el VIH o los accidentes cerebrovasculares produzcan episodios catatónicos.
Otras muchas enfermedades, en su forma más grave, son causa de este síndrome, como es el caso de la diabetes, el hipotiroidismo o incluso en cuadros de hipotermia severa.
Relación con otros trastornos
Como se decía más arriba, el comportamiento catatónico es un síndrome asociado a diferentes motivos primarios, no es una enfermedad. No obstante, se relaciona con algunos trastornos y condiciones, como los cuadros que mencionaremos enseguida:
- Epilepsia.
- Esquizofrenia.
- Trastornos afectivos.
- Encefalitis víricas o autoinmunes.
- Efectos por medicamentos neurolépticos (como la clozapina).
- Problemas fisiológicos relacionados con la GABA, el glutamato, la serotonina y la dopamina.
Diagnóstico y tratamiento
Puesto que es posible cometer un error en su detección, por la creencia de que solo incluye síntomas de inmovilidad y estupor, existen algunas herramientas útiles para no pasar por alto un estado catatónico. Una de las más empleadas es la Escala de Catatonia de Bush-Francis (BFCRS).
Por otra parte, si bien es frecuente verlo acompañando (o como consecuencia) de enfermedades o consumo de sustancias, el DSM-V abrió la puerta a considerar el síndrome como un trastorno. Así, establece un criterio diagnóstico en el que se deben cumplir al menos 3 de los síntomas ligados a los episodios.
¿Cómo tratarla?
Por otra parte, los trabajos más recientes ubican a las benzodiacepinas como el tratamiento de primera línea, siempre y cuando no se trate del estado catatónico maligno. Estos actúan como agonistas del GABA en episodios agudos, revirtiendo los síntomas de parálisis y estupor. El principio activo más utilizado es el lorazepam.
En algunos casos, se emplea también la terapia electroconvulsiva (TEC). Tal y como describe Neurology International, es un método de utilidad si se inicia temprano; su eficacia reside en la mejora del riego sanguíneo en las cortezas orbitofrontal y parietal. Esto, a su vez, aumenta la actividad del neurorreceptor GABA y su expresión.
La estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr) es un tratamiento aplicado en los últimos años, pues no requiere de anestesia para estimular áreas concretas del cerebro, lo que la diferencia de la TEC.
Cuando todo lo demás falla, se apela a la administración de antipsicóticos. Esto debe hacerse bajo supervisión médica, con precaución y complementando con otros fármacos, pues podría darse el caso de que empeoren los síntomas catatónicos o se produzca un síndrome de abstinencia al retirarlos. De igual forma, se usa amantadina en algunos casos.
Por último, se recomienda realizar terapia ocupacional y dotar al paciente de acompañamiento terapéutico profesional. De esta forma, se proporciona psicoeducación y se le dan herramientas para tratar los síntomas afectivos de este síndrome.
Detectar temprano esta enfermedad mejora el pronóstico
Los estados catatónicos presentan un abanico de síntomas y una gravedad diferente para cada paciente. El pronóstico mejora con la detección precoz y un tratamiento adecuado.
Recuerda que cada caso es único, así que la detección y el abordaje varían según las necesidades del mismo. Si sospechas que algún conocido (o tú) podría padecer el síndrome, no prolongues la duda: lo conveniente es acudir a un profesional.
Fuente: Sara González Juárez / lamenteesmaravillosa.com