En ocasiones, los adolescentes pueden culpar a sus padres de lo que les ocurre porque les resulta difícil metabolizar el cambio que están viviendo: van ganando autonomía para tomar sus propias decisiones y tienen temor al respecto.
«¡Mi hijo adolescente me culpa por todo! Incluso cuando intento ayudarlo, siento que soy responsable de todo lo que sucede en su vida». Este sentimiento es un lugar común para muchos padres que tienen adolescentes en la familia. Al igual que todas las etapas de la vida, la adolescencia presenta sus propios desafíos.
Durante esta fase, los hijos adolescentes están aprendiendo a manejar sus emociones, que a menudo pueden ser abrumadoras. Experimentan momentos de sentirse incomprendidos, como si el mundo estuviera en su contra. Para ayudarte en esta situación, a continuación encontrarás información que te ayudará a comprender por qué tu hijo adolescente tiende a culparte por todo.
Entendiendo a tu hijo adolescente
Los desafíos y rebeldías son situaciones comunes durante la adolescencia. Esto se debe a que es una etapa de búsqueda y autodescubrimiento, donde los jóvenes están forjando su propia identidad. Durante la infancia, muchas de sus elecciones, como intereses, pasatiempos y amistades, eran influenciadas por sus padres.
No obstante, a medida que avanzan hacia la adolescencia, los jóvenes empiezan a trazar su propio camino, ganando más autonomía. Este proceso se entrelaza con cambios físicos y emocionales, así como transformaciones en su vida social y relaciones con los demás. En resumen, la adolescencia es una fase de cambios en todos los niveles.
Es comprensible que los adolescentes puedan sentirse abrumados por estas transformaciones. Por esta razón, no es raro que reaccionen culpando a sus padres por lo que les sucede o sintiéndose incomprendidos.
Motivos por los que los adolescentes culpan a sus padres
La tendencia de los adolescentes a culpar a sus padres es un comportamiento que a menudo puede desconcertar y frustrar a los adultos. Sin embargo, comprender los motivos subyacentes puede arrojar luz sobre esta dinámica. Algunos de los motivos más frecuentes son los siguientes.
Sentimiento de estar «fuera de lugar»
Culpar a los padres también está relacionado con el sentimiento de los adolescentes de estar «fuera de lugar», en esa transición entre la niñez y la vida adulta. Se encuentran en una zona complicada en la que tienen la libertad de tomar decisiones, pero también se sienten restringidos en sus opciones.
Dificultad para aceptar consecuencias
En algunos casos, cuando las cosas no resultan como esperaban, les resulta difícil aceptar las consecuencias. Sienten que no están preparados para asumir responsabilidades y que su libertad no es tan amplia como desearían. Por lo tanto, la opción «más fácil» para ellos es culpar a otros.
Acumulación de resentimiento o rencor
Además, pueden experimentar resentimiento o rencor debido a situaciones no resueltas. Con frecuencia, los adolescentes sienten que han sido tratados injustamente y guardan esos sentimientos en su interior en lugar de expresarlos. Esto es lo que a menudo lleva a acusaciones y reclamos en discusiones.
Dificultad para lidiar con la frustración
Por último, otro motivo por el cual tu hijo adolescente podría culparte es porque no acepta un «no» como respuesta. Tienen dificultades para lidiar con la frustración. Para ellos, todo es extremo y urgente, una cuestión de «vida o muerte».
Por ejemplo, si no les compras esa sudadera que desean, te culparán de que les irá mal en la fiesta, que no te importa su vida, que eres egoísta y solo te preocupas por ti mismo.
Claves para actuar
Si estás enfrentando la situación en la que tu hijo adolescente te culpa por todo, a continuación, te proporcionamos algunas recomendaciones que podrían serte útiles.
1. Aprende a poner límites
Como padre, es posible que puedas comprender ciertos comportamientos. Por ejemplo, cuando tu hijo quiera aislarse en su habitación para pasar tiempo a solas, decida no compartir todos sus sentimientos contigo o actúe como si no necesitara ayuda de nadie.
En algún momento, es probable que te hayas sentido de manera similar cuando eras adolescente. Sin embargo, es importante que tengas claridad sobre los valores que guían la educación que deseas brindar. Identificar estos valores servirá como una brújula para comprender lo que puedes aceptar y lo que no, así como cuándo es apropiado intervenir.
Por ejemplo, no permitas que tu hijo falte al respeto, ya sea a ti o a cualquier otro miembro de la familia, mediante insultos o gritos. Tampoco permitas la violencia hacia sí mismos, hacia otros o hacia objetos, entre otras cosas.
2. Muéstrate abierto a escuchar lo que le sucede
Algunos adolescentes pueden sentir cierto rechazo a hablar con sus padres sobre ciertos temas. En tales situaciones, puedes sugerirles que te informen cuando estén listos para conversar. Otra opción es entablar una conversación mientras realizan alguna actividad juntos en un ambiente relajado y cómodo.
Por ejemplo, si salen de picnic en una tarde, podrías aprovechar para hablar sobre sus amistades, cómo se siente o si necesita tu ayuda en algo. De esta manera, podrás comprender mejor lo que está pasando y acercarte más a él.
3. Evita la comparación
Tanto con sus hermanos como recordando tu propia experiencia como adolescente, es común que los padres a veces expresen frases como «a tu edad, no se me ocurría hacer esto» o «en mi época, yo no…». Estas comparaciones pueden ser molestas y, además, suelen referirse a un contexto diferente, donde las condiciones eran distintas.
4. Explícale el porqué de tus decisiones
Cuando tomes una decisión, es importante que le comuniques a tu hijo el motivo detrás de ella. De esta manera, podrá comprender que no se trata de un capricho ni de una decisión tomada solo para «llevarle la contra», sino que hay un objetivo genuino.
Por ejemplo, si le explicas que prefieres que no vaya a cierto lugar porque no tiene cómo regresar a casa, puedes añadir que esto es una medida para velar por su seguridad.
5. Evita tomarlo como algo personal
Si tienes en cuenta la etapa evolutiva por la que está pasando tu hijo adolescente, podrás cultivar la empatía. Esto te permitirá no interpretar lo que él enfrenta como un «ataque hacia ti», sino como los desafíos propios de su desarrollo.
Además, es importante estar consciente de tu propio comportamiento. Si eres indulgente con tu hijo debido a sentimientos de culpa por otras situaciones (como la falta de tiempo en familia), es valioso que reflexiones y realices una autocrítica. Asimismo, si consideras que podrías haber cometido errores, es bueno aprender a pedir disculpas.
Por ejemplo, si tu hijo te acusa de ser inflexible con horarios y permisos, en lugar de rechazarlo de inmediato, es conveniente cuestionarte si hay algo de verdad en su «reproche». Puede que no concuerdes con su forma de expresarlo, pero después reconozcas que tiene validez en el contenido de su mensaje.
Te culpa pero te necesita
Aunque parezca que ya no te necesita, tu hijo adolescente muchas veces se siente desorientado y solo. Por ello, llegar a acuerdos y promover una relación positiva entre padres e hijos son acciones fundamentales para el bienestar tanto de él como de la familia en general.
El diálogo y la cercanía actúan como una llave maestra capaz de desbloquear, incluso, los conflictos aparentemente insolubles. Por lo tanto, si tu hijo adolescente te culpa por todo, en lugar de erigir barreras, trata de tender puentes hacia él.
Fuente: Maria Fátima Seppi Vinuales / eresmama.com