Para prevenir el suicidio en niños y jóvenes, los padres han de prestar atención a la crianza, a la salud emocional y al entorno de sus hijos. Te compartimos algunas claves al respecto.
El suicidio es un acontecimiento que devasta emocionalmente a familias enteras. Y, pese a que la pérdida siempre es dolorosa, cuando se trata de un niño o un joven, el sufrimiento puede ser aún mayor. En estas etapas el entorno familiar juega un papel crucial de educación y soporte en la vida de los menores. Por ello, queremos compartirte algunas claves para prevenir el suicidio que los padres pueden poner en marcha.
Las cifras al respecto son preocupantes. El suicidio está entre las primeras causas de muerte a nivel mundial en la población infantojuvenil. Además, se estima que un 2 % de los niños manifiestan pensamientos suicidas. Incluso, este número se triplica y alcanza el 6 % al llegar a la adolescencia. Para prevenir que ocurra la tragedia, desde el entorno más cercano de los menores han de tomarse una serie de medidas que exploramos a continuación.
¿Qué pueden hacer los padres para prevenir el suicidio?
En primer lugar, es necesario saber que en la mayoría de los casos la persona suicida no desea morir, sino dejar de vivir en sufrimiento. Aunque ciertos trastornos mentales pueden precipitar suicidios impulsivos, lo cierto es que, generalmente, es la desesperación sostenida la que conduce a este acto.
Cuando las circunstancias externas son muy adversas, dolorosas y exigentes, si la persona no tiene la capacidad suficiente para hacerles frente, el suicidio aparenta ser la única salida. A la vista de esto, la prevención debería enfocarse tanto en las condiciones de vida como en los recursos y herramientas personales con que los menores cuentan. Los siguientes pasos pueden ser claves:
1. Cuidar la salud mental de niños y adolescentes
Estigmatizar el cuidado de la salud mental puede costar vidas. Aún muchas personas consideran que la terapia es para locos y que ningún niño tiene un problema tan grande como para necesitar ese tipo de ayuda. Pero lo cierto es que entre un 15 y 25 % de menores padecen algún desorden psicológico. Además, se ha visto que 9 de cada 10 chicos que se quitan la vida padecen algún trastorno mental.
Por lo mismo, es fundamental cuidar la salud emocional de los menores y buscar ayuda tan pronto como sea necesario. Si tu hijo muestra signos de ansiedad, apatía, depresión o cualquier sufrimiento mental, no des por hecho de que se trata de algo nimio y pasajero. Es necesario darle la importancia que merece y buscar apoyo.
2. Estar atentos a las señales
Incluso si no padecen ningún trastorno mental, normalmente los jóvenes dan muestras de su ideación suicida antes de cometer el acto. Muchos padres minimizan estas expresiones, les restan importancia o simplemente se escandalizan y evitan hablar del tema, pero es crucial hacerlo.
Pregunta abiertamente al respecto, conviértete en un espacio seguro en el que tus hijos puedan expresar lo que piensan y sienten sin miedo al juicio y con la seguridad de que recibirán apoyo. No pienses que sus expresiones respecto del suicidio son solo una forma de llamar de la atención.
3. Validar y acompañar las emociones de los menores
Recordemos que en la adolescencia la intensidad emocional es muy elevada. En esta etapa todo se magnifica y cualquier evento cotidiano puede impactar y afectar mucho a los jóvenes. Aunque para un padre el problema parezca insignificante, es fundamental que valide las emociones de sus hijos. Que escuche sus problemas y dificultades, les apoye y, sobre todo, les enseñe a gestionar esos estados emocionales que desbordan es clave.
4. Crear vínculos familiares sólidos
La familia es un pilar fundamental durante la infancia y también en la adolescencia. Las relaciones familiares complicadas, conflictivas o débiles pueden causar carencia y sufrimiento en los niños. Por ello, cultiva un vínculo cercano, de amor, de respeto y de confianza con tus hijos. Es importante que la comunicación sea sana y fluida, que el tiempo en familia sea abundante y nutritivo y que la crianza sea democrática. Esto puede constituir un gran factor de protección.
5. Fomentar relaciones sociales sanas
Las relaciones con el grupo de iguales también juegan un papel muy relevante, especialmente en la adolescencia. El bullying es uno de los factores que más contribuye al suicidio juvenil. En cambio, contar con una red de apoyo sólida puede amortiguar el estrés en esta etapa de la vida. Por lo mismo, procura que tu hijo cuente con un entorno social amplio y sano.
6. Potenciar un estilo de vida saludable
Descansar lo suficiente, alimentarse equilibradamente y practicar ejercicio físico regularmente son aspectos a los que atender. Estos influyen de forma importante en el estado de ánimo y propician una mejor salud mental y emocional. Por ello, trata de inculcar un estilo de vida sano a tus hijos desde la infancia y cuida que lo mantengan a medida que crecen.
7. Educar en inteligencia emocional
Como decíamos, es clave que los niños y jóvenes cuenten con recursos para afrontar las adversidades que puedan surgir en su vida. Es natural que, por su inmadurez cognitiva y emocional y por su inexperiencia, no sepan reaccionar siempre del mejor modo. Por ello, la educación emocional debe trabajarse desde la infancia. Enseñarles a entender y procesar sus emociones, a poner límites, a comunicarse y a contar con una sólida autoestima son tareas imprescindibles.
8. Buscar ayuda profesional para prevenir el suicidio
Finalmente, es importante recordar que no está plenamente en manos de los padres prevenir el suicidio. Incluso, el menor más sano, más amado y con más recursos puede verse en una situación desbordante o llegar a tener pensamientos suicidas. Por ello, es de vital importancia recurrir a profesionales ante cualquier señal o indicio. Ellos podrán no solo intervenir con el menor, sino también proporcionar orientación a los padres para acompañar el camino de recuperación de sus hijos.
¿Qué pueden hacer los padres para prevenir el suicidio?
Dialogar, escuchar y acompañar a los niños y adolescentes es clave para lograr un vínculo de confianza en el que se sientan seguros de acudir a sus padres cuando necesiten ayuda. Se debe prestar especial atención y actuar ante esas señales que nos hacen ruido, en lugar de dejarlas pasar por pensar que se trata de un problema menor. Recuerda que siempre puedes contar con un profesional para ayudar a tu hijo. Incluso, te podrá brindar algunas pautas a ti mismo para saber cómo actuar en estos casos.
Fuente: Elena Sanz Martín / eresmama.com