En las sociedades actuales es evidente el deterioro en la cantidad y la calidad de las relaciones sociales. Esta situación es debida a diferentes factores, entre los que destacan una reducción de la convivencia intergeneracional, la dificultad para relacionarse con los demás, una mayor movilidad social, un retraso en la edad de matrimonio, una mayor proporción de hogares unipersonales y un envejecimiento poblacional unido a un aumento de las situaciones de dependencia. La pandemia también ha contribuido a aumentar la prevalencia de la soledad y de personas que viven aisladas socialmente.
La soledad no deseada se diferencia del concepto de aislamiento social. Mientras que estar socialmente aislado se corresponde con una situación objetiva, relacionada con la existencia de poco contacto social, la situación de soledad es la percepción subjetiva que tiene el individuo sobre esa situación.
Estar solo o sentirse solo
Sentirse solo es una emoción negativa que generalmente se define con la situación de tener menos relaciones sociales, o de peor calidad, que las que se desearía tener, de ahí el término de soledad no deseada. En este sentido, una persona podría tener mucho contacto social, pero sentirse sola.
Con el objetivo de obtener las prevalencias de soledad entre la población mayor de 15 años, elaboramos un cuestionario específico con preguntas sobre el padecimiento de soledad y sus causas, entre otras. Con esta finalidad, contactamos con 4 004 individuos representativos de la sociedad española por sexo, edad y tamaño de localización.
A partir de sus respuestas, estimamos una prevalencia general de soledad no deseada del 13,4 % (14,8 % en mujeres y 12,1 % en hombres). Por tramos de edad, la mayor prevalencia se obtiene entre la población de 16 y 24 años (21,9 %) y las personas que tienen entre 25 y 34 años (16,5 %). Seguiría la población de entre 55 y 64 años y la población mayor de 74 años con una prevalencia del 12,4 % y 12,2 %, respectivamente. Estos resultados confirman que la prevalencia de la soledad no sigue una relación lineal con la edad, obteniendo una relación de U: más elevada en adultos jóvenes, se reduce en adultos de mediana edad y vuelve aumentar en la población más envejecida.
Según los resultados del estudio, por término medio las personas en soledad llevan aproximadamente seis años en esta situación. En lo que respecta a las principales causas de la soledad no deseada, el 79 % están relacionadas con causas externas, principalmente la “falta de convivencia o apoyo familiar o social” (57,3 %), sobre todo por estos motivos:
- La residencia lejana de sus familiares (11,9 %).
- El dejar de convivir con las personas con las que convivía habitualmente (10,5 %).
- La incomprensión de la gente que le rodea (8,2 %).
Las causas laborales representan un 11,1 % de las causas totales, y el exceso de trabajo es la principal causa laboral de su soledad (6,2 %). Los dos últimos grupos de causas externas hacen referencia a motivos de aislamiento debido al entorno (8,6 %) y a ejercer de cuidador/a de otras personas (2,1 %). Respecto a las causas internas o intrínsecas a la persona, la dificultad para relacionarse con los demás representa el 12,7 % del total de las causas declaradas, y la soledad derivada de un mal estado de salud representa el 6,4 %.
Estado de salud y limitaciones
En comparación con la población que no se encuentra sola, las personas solas presentan unas mayores prevalencias en determinadas enfermedades. La percepción de su estado de salud también es peor:
- Depresión (39,3 % frente a 6,9 %).
- Ansiedad crónica (37,8 % frente a 7 %).
- Enfermedades del corazón (6 % frente a 0,8 % en infarto de miocardio).
Así, mientras un 70 % de la población que no declara encontrarse en dicha situación percibe su salud como buena o muy buena, este porcentaje se reduce al 51,1 % entre las personas que sufren soledad no deseada.
Al mismo tiempo, las personas solas frecuentan más los servicios de salud, principalmente consultas al médico especialista y los servicios de urgencia. También se aprecia un mayor consumo de medicamentos prescritos para enfermedades relacionadas con su situación de soledad, destacando el consumos de tranquilizantes relajantes y de antidepresivos estimulantes (33,1 % frente a 12,9 % y 23,5 % frente a 5,3 %, respectivamente).
Los costes directos sanitarios ascendieron a un total de 6 101 millones de euros. El 92 % de estos costes se corresponde con la frecuentación de servicios sanitarios. En la partida de costes indirectos se han estimado un total de 848 muertes prematuras asociadas a la soledad no deseada, lo que genera una pérdida de 6 707 años potenciales de vida productiva a tiempo completo. Esta pérdida de años de vida productiva equivale a un total de 191 millones de euros anuales para la sociedad española.
De acuerdo con los resultados, casi un 21 % de las personas en situación de soledad tiene algún tipo de discapacidad, principalmente de movilidad y visión. Además, el 6,5 % de las personas con soledad declara estar gravemente limitada, frente al 3,85 % de las personas que no se sienten solas.
Fuente: Berta Rivera Castiñeira, Bruno Casal Rodríguez y Eva Rodríguez Míguez / theconversation.com