Los pensamientos intrusivos pueden y deben aprender a ser manejados.
¿Por qué no puedo parar de imaginar las peores consecuencias posibles a cualquier situación que se plantee? ¿Por qué mi cerebro piensa en cosas que no quiero pensar? A esto se le llama pensamientos catastróficos, aparecen en la mente de forma inesperada e involuntaria, llegando a alterar las emociones a un nivel sumamente intenso.
Tanto niños/as como personas adultas pueden tener este tipo de pensamientos recurrentes, y aunque existan muy pocas posibilidades de que los desenlaces trágicos que el paciente imagina lleguen a suceder, no consigue abandonarlos y como resultado, causan una incomodidad emocional significativa. Ahora bien, queremos aclarar que tener de forma puntual un pensamiento catastrófico no significa que estemos padeciendo trastorno alguno. Al contrario, es natural que de vez en cuando nos asalte algún temor infundado o poco probable como por ejemplo pensar que se cae el avión o que un familiar cercano pueda tener un accidente de tráfico.
No obstante, si estas ideas pasan de manera recurrente, podríamos decir que se trata de un tipo de distorsión cognitiva. En muchas ocasiones, atender a esta clase de pensamientos puede llegar a ser muy abrumador y puede llegar a dificultar que una persona se dé cuenta de que estas ideas le están afectando su calidad de vida.
Por ello, en el artículo de hoy, nos centraremos en comprender las causas que existen detrás de los pensamientos catastróficos. A fin de cuentas, comprender el origen de un problema es un gran primer paso para llegar a deshacerse del mismo. Evidentemente, también trataremos de explicar cómo se pueden afrontar este tipo de pensamientos para que no interfiera en el día a día de la persona que lo sufre.
¿Qué son los pensamientos catastróficos?
Las personas catastrofistas dan por hecho, no solo que lo peor que pueden imaginar va a suceder, si no que cuando ocurra no serán capaces de afrontarlo. Al centrarse en esa única interpretación, pierden de vista otras posibles alternativas que puedan darse e ignoran todas aquellas evidencias del pasado que demuestran que han sabido afrontar situaciones similares antes.
También es habitual que confundan posibilidad con probabilidad: Es posible que se caiga el techo encima mientras duermes, pero la probabilidad es extremadamente pequeña. Así que no merece la pena sufrir por esto, ¿o sí? La catastrofización puede comenzar como un pequeño pensamiento y luego escalar rápidamente. Así que tenemos que tener cuidado con los pensamientos que alimentamos.
Resumiendo, las personas que tienen este tipo de distorsión cognitiva, dan por hecho el peor de los escenarios posibles y que su intención va más enfocada en aquello que saldrá mal que en aquello que podría salir bien. Hay que tener en cuenta que los seres humanos tenemos la maravillosa capacidad de poder considerar las consecuencias de una decisión o adelantarnos a los eventos que podrían ocurrir en el futuro para estar preparados. Pero, al no dejar de pensar en el peor resultado posible, sin importar lo improbable que éste sea, es una alarma que expone la alta probabilidad de estar sufriendo una distorsión en el pensamiento.
Causas de los pensamientos catastróficos
Al hablar de trastornos psicológicos, siempre hay que tener en mente que existen varios factores que desencadenan una conducta. Es decir, no hay una única variable que entre en juego a la hora de desarrollar estos patrones de pensamiento. Por ello, a continuación, exponemos algunas causas que podrían estar detrás de los pensamientos catastróficos:
1. Experiencias pasadas:
Puede que algunas personas hayan aprendido a ponerse en lo peor como un mecanismo de defensa. Dicho de otra forma, algunas personas han vivido ciertas situaciones angustiantes, tales como un divorcio, tener un progenitor alcohólico, haber sufrido maltratos físicos o psicológicos, etc. Estas personas pueden llegar a desarrollar una forma de pensar catastrofista que, en cierto momento incluso, les pudo ayudar a sobrellevar su situación, pero que ahora ya no les hace falta. No obstante, no consiguen soltar ese patrón de pensamiento.
2. Ansiedad:
Las investigaciones apuntan a que las personas que suelen tener pensamientos catastróficos tienen más probabilidades de padecer de un trastorno de ansiedad. De hecho, los pensamientos negativos y la ansiedad suelen estar muy relacionados.
3. Baja autoestima:
Los pensamientos recurrentes negativos y catastróficos también pueden ser un signo de que la persona tiene una mala percepción sobre sí mismo, sobre todo si estas ideas están relacionadas con su falta de habilidades o cualidades. Es decir, la persona tiene una convicción de no ser capaz de enfrentar los problemas cuando lleguen.
4. Control:
La necesidad de control de algunas personas les lleva a intentar anticipar cualquier eventualidad y a prepararse para ello, esto les lleva al catastrofismo y a la hipervigilancia.
5. Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC):
Es muy común que las personas con TOC acaben obsesionándose con la posibilidad de que existan eventos dañinos importantes, como puede ser tener una enfermedad o contaminarse con agentes patógenos, sufrir robos o incursiones en la vivienda o catástrofes con el gas, por ejemplo. Esto puede conducir a experimentar pensamientos negativos o catastróficos.
Cómo afrontar los pensamientos catastróficos
A estas alturas del artículo, puede que te estés preguntado qué se puede hacer para hacerle frente a los pensamientos catastróficos que inundan la mente. A continuación, exponemos algunos consejos:
- La exposición. Prueba a recrearte en el pensamiento, en lugar de huir de él. Concentrarte en las consecuencias de tus peores temores puede ayudarte. Es una opción que resulta útil en muchos casos. Por ejemplo, piensa qué sucedería si perdieras efectivamente a un miembro de tu familia. Trata de visualizar cómo sería tu vida, qué pasos darías para superar la situación, etc.
- La distracción. Cuando te asalte el pensamiento, concéntrate en una actividad o tarea determinada. Puedes probar con tu serie favorita, con algo de música, un paseo nocturno o con cualquier cosa que te funcione para distraer la mente de ese pensamiento.
- La posposición. Una de las características de los pensamientos catastróficos es que quien los padece no es capaz de abandonarlos. Por ello, es recomendable tratar de negociar con uno mismo la posposición de estos pensamientos durante sólo algunos minutos y tratar de aumentar progresivamente el tiempo que aguantas sin ceder a ellos.
- La aceptación. Quizá no consigas controlar tu mente y evitar que aparezcan los pensamientos catastróficos, pero sí puedes marcarte como objetivo el aprender a gestionarlos de forma que consigas minimizar la ansiedad que te producen.
- La expresión. A veces, hablar o escribir sobre tus miedos puede resultar de ayuda. Algunos terapeutas recomiendan este tipo de prácticas, ya que pueden ayudar a limpiar la mente. Hay personas que consiguen alivio dibujando sus miedos o inventando canciones que hablen de ellos. Incluso, mientras estás dibujando o tratando de crear una canción, quizá consigas apartar el miedo de tu mente.
Fuente: Chiara Fabian / psicologiaymente.com